La respuesta dolorosa se produce por diversos tipos de estímulos, de forma que el dolor no se trata exclusivamente con analgésicos, sino también con otras intervenciones terapéuticas. Por ejemplo, el dolor epigástrico debido al reflujo gastroesofágico se calma con antiácidos o fármacos que reducen la acidez gástrica.
- Los Analgésicos los podemos clasificar en:
- Analgésicos-narcóticos (opiáceos)
- Analgésicos-antitérmicos, incluidos también en el grupo de fármacos AINES (antiinflamatorios no esteroideos)
En caso de intoxicación aguda por mórficos está indicada la Naloxona.
Los Analgésicos-antitérmicos no tienen propiedades narcóticas, es decir, que no producen somnolencia, sedación ni euforia y que, por tanto, no causa adicción.
Este grupo incluye 3 grupos de fármacos: El ácido acetilsalicílico (Aspirina®), el Paracetamol y las pirazolonas como el Metamizol (Nolotil®).
El Paracetamol es el primer antipirético recomendado, en dosis terapéuticas está libre de efectos adversos, sin embargo si se aumenta excesivamente la dosis es hepatotóxico y tampoco es el antipirético más eficaz. La aspirina® tiene una acción antiagregante plaquetaria a determinadas dosis estando contraindicada en casos de úlcera gastroduodenal y en los menores de 16 años pues está demostrado que existe una relación con el síndrome de Reye (encefalopatía aguda y problemas hepáticos).
Debe evaluarse cuidadosamente el dolor de la persona antes y después de la administración del analgésico.
Bibliografia: Farmacología Clínica para Enfermería, 4ª edicción, McGrawHill.
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